Recuerdo aquella tarde
en que la tormenta fue tan útil:
sirvió para medir cuánto amor
cabía en nuestras carnes indistintas.
Hoy, que las carnes son
todas distintas, no acierto ya a saber
de qué sirve esta tormenta.
sábado, 23 de mayo de 2009
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
Una tormenta crea una enorme confusion de sentimientos.
ResponderEliminarEs mejor no hacerle caso.
Un acierto, el contraste entre carnes distintas e indistintas.
ResponderEliminarSaludos
por cierto, gracias por el comentario en "Dadá Madrid"; efectivamente, el poema pretendía ser onírico